Zootropolis 2
- Young Critic

- hace 1 día
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Más grande y más saturada, la secuela no logra reavivar la chispa del original

Tras el regreso de Bob Iger como CEO de Disney, se dio un giro estratégico: producir menos contenido para la plataforma Disney+, cuya saturación había contribuido en parte al fracaso de su sucesor Bob Chapek, y apostar en cambio por secuelas de franquicias queridas. Así se dieron luz verde a Vaiana 2 (2024), Toy Story 5 (2026) y Frozen 3 (2027). Entre estas secuelas “ungidas” está Zootrópolis 2 (2025), que acaba de llegar a los cines.
Zootrópolis 2 llega nueve años después de la original, aunque en la narrativa apenas haya pasado una semana. Los recién nombrados héroes policiales Judy Hopps (Ginnifer Goodwin) y el exconvicto Nick Wilde (Jason Bateman) descubren que trabajar juntos de forma profesional es más complicado de lo que imaginaban. Los dos se ven envueltos en otra conspiración cuando una serpiente (Ke Huy Quan) —uno de los animales marginados y temidos de Zootrópolis— comete un atraco durante una gala. Judy y Nick siguen las pistas y, al tirar del hilo, descubren que el pasado de Zootrópolis quizá no es como siempre les habían contado.
Zootrópolis 2 reúne de nuevo a Jared Bush y Byron Howard del primer filme, con Bush como único guionista. Tener un guionista en solitario en una película familiar de animación es bastante inusual, pues normalmente participan muchos para pulir el relato y hacerlo lo más “inoloro” y vendible posible. Zootrópolis (2016) sorprendió con un misterio complejo y una red de personajes dentro de un mundo vivo y detallado. Lograr una historia tan enrevesada que mantuviera entretenidos tanto a niños como a adultos fue toda una hazaña. En Zootrópolis 2 volvemos a encontrar un misterio ambicioso y un mundo más expandido, aunque la película cae en el tropo más evidente de las secuelas: contar la misma historia, solo que más grande.
El afinado equilibrio del primer filme se pierde en esta ocasión, ya que Bush y Byron saturan Zootrópolis 2 con más personajes, escenarios y giros narrativos. Es un movimiento arriesgado que puede desconectar a los espectadores más jóvenes, pues incluso los adultos deben estar atentos para seguir la trama. A la vez, el desarrollo de personajes se diluye al introducirse un abanico de nuevas figuras coloridas, que se amontonan junto a las antiguas. Paradójicamente, esto debilita el mensaje original al simplificar a los personajes en clichés unidimensionales, en lugar de mantener su complejidad individual.
La primera Zootrópolis transmitía un mensaje contundente sobre estereotipos, racismo y los prejuicios basados en la apariencia o el origen familiar. Su secuela refuerza este mensaje, pero introduce un concepto aún más ambicioso para un público infantil: la gentrificación. La trama gira en torno a la exclusión de los reptiles del mundo de los mamíferos (otra variación del conflicto herbívoro vs. carnívoro del primer filme) y cómo los mamíferos quieren expandir su barrio de “Tundra” hacia el distrito pantanoso, desplazando a los reptiles que viven allí. Es un experimento fascinante: ver si los niños pueden captar las complejidades de la gentrificación —los derechos de los promotores, la propiedad del suelo, la subida de precios o la sustitución de lugares originales por otros “inhóspitos”. Pero el tema resulta demasiado específico y complejo para una película familiar que ya está sobrecargada. Con más foco y menos dispersión, podría haberse tratado de forma clara y amable.
Aunque juega sobre seguro, ofreciendo básicamente la misma película con otra capa de pintura, Zootrópolis 2 sigue siendo una aventura entretenida. Eso sí, abusa del humor basado en juegos de palabras —en especial con “zoo”— hasta un punto en que ya había alcanzado mi límite 20 minutos después de empezar. Aun así, el excelente reparto de voces, liderado por Goodwin y Bateman, eleva las escenas más emotivas y hace más llevaderas las más cursis. La animación también es deslumbrante, demostrando una vez más que los animadores por ordenador de Disney siguen siendo los mejores del sector. Hay más escenas con agua —un elemento notoriamente difícil de animar— y su interacción con pelos, plumas y texturas me dejó completamente maravillado.
En definitiva, Zootrópolis 2 es una versión inofensiva y reempaquetada del original. Funciona como un eco tenue de la primera película, aunque sigue siendo disfrutable. La narrativa sufre por la saturación y puede resultar demasiado complicada para los más pequeños. Aun así, para una tarde de cine sin complicaciones, esta secuela cumple y entretiene.
6.6/10








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