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The Running Man

  • Foto del escritor: Young Critic
    Young Critic
  • 22 nov
  • 4 Min. de lectura

Una audaz visión ciberpunk lastrada por los golpes de tono y un protagonista apagado

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Edgar Wright es un director muy querido entre los cinéfilos, conocido por su estilo cómplice y su montaje frenético. El británico ha entregado clásicos modernos como Zombies Party (Una noche... de muerte) (2004) y Scott Pilgrim contra el mundo (2010). Sin embargo, Wright ha alcanzado cierto techo, moviéndose siempre dentro de películas divertidas pero algo inmaduras, sin terminar de dar el salto. Esa limitación se pone a prueba con su mayor presupuesto hasta la fecha en el remake The Running Man (2025).


The Running Man adapta la novela homónima de Stephen King publicada en 1984 —bajo su seudónimo Richard Bachman— y que inspiró de forma decisiva a “Los juegos del hambre”. Aunque ya tuvo una adaptación muy libre en 1987 con Arnold Schwarzenegger (Perseguido en España), la versión de Wright sigue mucho más fielmente el libro. Seguimos a Ben Richards (Glen Powell), un padre desesperado en unos Estados Unidos distópicos y ciberpunk, donde las corporaciones han asumido el control del gobierno. En un intento por sacar a su familia de la pobreza, Ben entra en el reality show “The Running Man”, donde lo cazan a muerte por todo el país y gana dinero cuanto más tiempo sobreviva.


La película de Schwarzenegger es querida por algunos gracias a su estética ochentera y extravagante, aunque se alejaba muchísimo de la historia original. Aquella versión se centraba en la televisión basura y los combates de gladiadores, renunciando por completo al desarrollo de personajes y a la trama del libro. Al ser más fiel en este remake, Wright da un salto enorme respecto al original, profundizando en un mundo y unos personajes mucho más ricos. Ben, por ejemplo, recibe un trasfondo más complejo y mejores motivaciones para entrar al programa, además de situar la cacería en todo Estados Unidos, y no en un simple almacén como en la cinta de 1987.


Wright construye un mundo ciberpunk sucio, humeante y lleno de mugre, fusionando la estética de referentes como Blade Runner (1982) y El quinto elemento (1997). Es aquí donde se nota la mayor parte del presupuesto, ayudando a crear un universo vivido y creíble. El gobierno tecno-autoritario que muestra también resulta fascinante, especialmente dado el coqueteo actual del mundo real con ese tipo de poderes. Esto continúa la evolución de Wright tras Última noche en el Soho (2021), alejándose del simple torrente de chistes y acción para sumergirse en comentarios más reflexivos. Aunque la crítica al mundo hipertecnológico, la deshumanización y la era de la posverdad es mérito del propio King, Wright la traza con magnetismo.


The Running Man presenta una historia más oscura que la habitual en Wright, pero no renuncia por ello a su humor ni a su energía incansable. La película avanza con ritmo ágil, salpicada de montajes y réplicas ingeniosas. Sin embargo, quizá sea precisamente esta mezcla de tono y material lo que termina por jugarle en contra. Wright no puede evitar introducir humor incluso en los momentos más dramáticos, diluyendo así su impacto, como si temiera mantener la seriedad durante demasiado tiempo. Es este paso de paciencia y contención lo que aún le falta para evolucionar plenamente como cineasta. Como resultado, The Running Man salta de escenas violentas y dramáticas a bromas satíricas en cuestión de segundos.


Wright apuesta por uno de los actores más solicitados del momento. Powell está a un paso de convertirse en superestrella de Hollywood, necesitando solo un éxito en solitario en taquilla para consolidarse. Sin embargo, The Running Man no parece ser esa película: ha pinchado en la taquilla norteamericana y no apunta a recuperar su coste en el mercado internacional. Además, Wright no termina de desbloquear todo el potencial de Powell. El actor brilla cuando puede desplegar su carisma natural y esa sonrisa irresistible; su especialidad es el protagonista seguro de sí mismo, relajado y siempre listo con un comentario ingenioso. Es lo que lo hizo destacar en Everybody Wants Some!!(2016) y lo llevó al estrellato con Top Gun: Maverick (2022) y Twisters (2024). Ha demostrado también una enorme versatilidad en Hit Man (2024), pero aquí se encuentra con un personaje demasiado hosco y sombrío. Ben es un protagonista malhumorado y rígido que, aunque bien interpretado, anula por completo el carisma natural de Powell. El resultado es un personaje principal que se siente más como un esbozo que como alguien por quien quieras luchar.


En última instancia, Wright ofrece su energía habitual como director, pero esta choca con un material más serio y denso. Powell queda limitado en un protagonista que le da pocas notas que tocar y esconde sus mayores virtudes. La mayor parte del filme sigue siendo un entretenimiento disfrutable, pero se queda a las puertas de ser una historia más profunda y afilada. El final cambia elementos importantes del libro, “hollywoodizando” la historia de forma barata. Se alarga innecesariamente, pierde impulso y llega a los créditos caminando, no corriendo.


6.5/10

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I've been writing on different version of this website since February of 2013. I originally founded the website in a film-buff phase in high school, but it has since continued through college and into my adult life. Young Critic may be getting older, but the love and passion for film is forever young. 

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