top of page
  • substack
  • channels4_profile
  • de7d53777ccaef286dcfed7cccdcfb68
  • Threads
  • bluesky_logo
  • Instagram
Buscar

Frankenstein (2025)

  • Foto del escritor: Young Critic
    Young Critic
  • hace 2 días
  • 5 Min. de lectura

Guillermo del Toro ofrece una adaptación colorida y definitiva de la novela de Mary Shelley

ree

Por mucho que se culpe a Netflix de la muerte de la experiencia cinematográfica en salas, la plataforma está ofreciendo a los cineastas los recursos y la libertad que los estudios tradicionales les niegan. El caso más evidente es el de Guillermo del Toro. El director mexicano siempre ha sentido una pasión por las películas de monstruos y los cuentos de hadas, y cuando quiso realizar su versión de Pinocho (2022), insistió en que fuera animada en stop motion. Netflix le concedió carta blanca, y el autor entregó la versión más emotiva jamás vista de ese relato. Ahora, Del Toro ha tenido la oportunidad de llevar a cabo uno de sus proyectos más soñados: Frankenstein (2025).

 

Frankenstein es una adaptación fiel de la novela de Mary Shelley. Comienza en la gélida tundra ártica, donde un barco encallado y su capitán (Lars Mikkelsen) encuentran a un hombre herido, Victor Frankenstein (Oscar Isaac), que persigue a la Criatura (Jacob Elordi) que él mismo trajo a la vida y que marcó su perdición.

 

La historia de Frankenstein se ha contado innumerables veces, la más célebre en el clásico de James Whale, Frankenstein(1931). Aunque aquella película y la inolvidable interpretación de Boris Karloff se convirtieron en parte de la cultura popular, me decepcionó profundamente cuando la vi por primera vez. Tras haber leído antes la novela de Shelley, me sorprendió lo errada que me pareció la visión de Whale: su historia trataba sobre los peligros ícaros de la ambición humana. Sin embargo, la belleza del texto original reside en su exploración filosófica y humanista de lo que define la humanidad y de cómo concebimos el alma.

 

El subtítulo de la novela es El moderno Prometeo, y durante mucho tiempo la cultura popular —incluyendo la más fiel adaptación de Kenneth Branagh, Frankenstein de Mary Shelley (1994)— interpretó la alusión prometeica en clave de advertencia, como una lección sobre el castigo por desafiar a los dioses. Pero siempre he entendido esa referencia de manera opuesta: como símbolo del conocimiento y de la iluminación que la humanidad obtuvo de sí misma al recibir el fuego del compasivo Titán. Paradójicamente, fue El jovencito Frankenstein (1974), de Mel Brooks, quien más cerca estuvo de capturar esa mirada humana sobre la Criatura y las lecciones del relato. Por eso, la empatía de Del Toro hacia los “otros”, hacia los marginados, parecía el filtro perfecto para ofrecer una versión más tierna y profunda del mito de Frankenstein.

 

El Frankenstein de Del Toro es la adaptación más fiel a la prosa de Shelley de cuantas se han hecho. Sin embargo, incluso una adaptación leal puede quedarse en una simple imitación vacía, como ocurrió con la versión de Branagh. Pero con el mexicano ese riesgo nunca existía: su talento para jugar con los contrastes cromáticos, dotar a sus escenarios de vitalidad y entrelazar el horror con la ternura lo convierten en el interlocutor ideal para conversar con Shelley. Eso no significa que Del Toro se convierta en esclavo del texto; introduce cambios importantes, sobre todo en el personaje de Elizabeth (Mia Goth), que en la novela es la prometida de Victor y aquí es la pareja de su hermano (Felix Kammerer). Además, Del Toro amplía su papel. Es en las tramas humanas donde más pule su relato, insertando un tono melodramático en las relaciones y un triángulo amoroso de aire decadente, para aumentar la implicación emocional del público. Es una construcción útil sobre la base de la novela, pero también una ligera dilución. Al jugar con lo camp, Del Toro desgasta parte del tono gótico que envuelve su mundo, alejando al espectador del núcleo filosófico. Es una disyuntiva complicada: o se opta por personajes más planos con una mirada más académica, o por un reparto más vivo a costa de diluir el foco en Victor y su criatura.

 

Aun así, la relación central de Frankenstein alcanza todo su potencial bajo la dirección de Del Toro. La arrogancia de Victor Frankenstein se plasma a través de una desesperación nacida en la infancia. Somos testigos de su locura y de su ego, pero también comprendemos por qué no puede escapar de ellos. Sin embargo, la pieza que casi todas las adaptaciones habían descuidado era la Criatura y su historia. Del Toro trata al monstruo con la compasión y la ternura que ya le otorgaban las palabras de Shelley, y su descubrimiento de lo que significa ser humano se construye aquí de forma hermosa y desgarradora. Ese proceso de autodescubrimiento es la clave de la novela, y Del Toro acierta al convertirlo en el eje de su película. En muchos momentos, el filme recuerda a la brillante adaptación teatral de Danny Boyle, con Benedict Cumberbatch y Jonny Lee Miller alternando los papeles de Frankenstein y la Criatura, centrada también en la lenta maduración del ser como una criatura inocente que aprende poco a poco las bellezas y crueldades de la vida.

 

En cualquier adaptación de Frankenstein, el papel de Victor es fundamental, pero también uno de los más difíciles, pues debe equilibrar la genialidad, la ambición y la locura. Oscar Isaac ofrece una interpretación magistralmente calibrada, mostrando los vaivenes emocionales y morales de un hombre que tanto compadece como aborrece a su creación, del mismo modo que se ve a sí mismo. Es precisamente ese prisma de autoodio lo que da a Victor una profundidad ausente en versiones anteriores, que solían retratarlo como un hombre cruel o arrogante sin matices. En cuanto a la Criatura, Jacob Elordi vuelve a sorprender. Dudé cuando fue elegido para encarnar a Elvis Presley en Priscilla (2023), y terminó cautivando al público con una interpretación oscura y carismática. Aquí, como la Criatura, logra otra transformación asombrosa. Pese al denso maquillaje, su voz ronca y entrecortada, junto a sus movimientos torpes y rígidos mientras se adapta a su cuerpo remendado, crean una interpretación absorbente y definitoria del personaje, capaz de rivalizar —y superar— la de Karloff. Este último hizo mucho con un papel limitado y lineal; su famosa escena entre los narcisos revelaba la ternura que Whale apenas insinuó. Elordi, en cambio, combina una interpretación profundamente encarnada con un guion más rico y una dirección visualmente exuberante, alcanzando una versión inigualable del mito.

 

Del Toro ofrece otra visión hipnótica y singular de un relato que parecía agotado. Aunque no alcanza las cotas emocionales de su Pinocho, debido a cierto exceso de melodrama, el cineasta mexicano entrega la adaptación más profunda y fiel de la novela de Shelley hasta la fecha. Con interpretaciones magníficas, un enfoque más humanista y su inconfundible estilo visual lleno de color y vitalidad, este Frankenstein es, literalmente, electrizante.


8.5/10

Comentarios


About Young Critic

logo 4_edited.jpg

I've been writing on different version of this website since February of 2013. I originally founded the website in a film-buff phase in high school, but it has since continued through college and into my adult life. Young Critic may be getting older, but the love and passion for film is forever young. 

Review Library

Tags

© 2013 by Young Critic. Powered and secured by Wix

bottom of page