Bugonia
- Young Critic

- hace 8 horas
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La nueva película de Yorgos Lanthimos es una deconstrucción del mundo conspiranoico

Yorgos Lanthimos ha desarrollado un estilo absolutamente propio, del mismo modo que lo han hecho Wes Anderson o Kelly Reichardt. Puedes identificar una película de Lanthimos sin saber que es suya gracias a su uso del absurdo, su cinismo hacia la humanidad y su humor negro. Ha encontrado una musa particular en Emma Stone, que ha protagonizado ya sus cinco últimos proyectos, destacando especialmente por su segundo Oscar con Pobres criaturas (2023). Ambos vuelven a reunirse en el nuevo trabajo del director griego: Bugonia (2025).
Bugonia cuenta la historia de Michelle (Emma Stone), directora ejecutiva de una empresa bioquímica, que es secuestrada por el conspiranoico Teddy (Jesse Plemons) y su ingenuo primo Don (Aidan Delbis). Teddy está convencido de que Michelle y otras élites sociales son una raza extraterrestre empeñada en destruir la humanidad, y pretende arrancarle una confesión.
Bugonia es un remake de la película surcoreana Salvar el planeta Tierra (2003) y sigue de cerca la trama original. Sin embargo, como en toda película de Lanthimos, su toque visual y estilístico resulta imposible de contener: ofrece un enfoque menos melodramático, pero igual de excéntrico, sobre la misma premisa. Salvar el planeta Tierra resultó sorprendentemente profética en su retrato de la toxicidad de las teorías conspirativas y de la violencia que acabarían inspirando en el mundo de las redes sociales. Bugonia, por tanto, se siente extremadamente actual, incluso recordando al intento de secuestro de la gobernadora de Míchigan, Gretchen Whitmer, en 2020, ideado por hombres frustrados, enganchados a internet y convencidos de ser patriotas.
Sería fácil que las élites intelectuales y hollywoodienses se limitaran a despreciar o regañar los peligros del conspiracionismo, pero Lanthimos utiliza su arte para explorar a estos personajes con mayor empatía. Junto a Will Tracy, adaptador del guion, logra que veamos a Teddy como un hombre frustrado dentro de una comunidad en decadencia. Teddy busca un sentido y propósito para su vida, y encuentra consuelo creyendo que lucha por la libertad frente a una invasión alienígena. Resulta mucho más desolador aceptar que los pueblos rurales están muriendo a medida que el trabajo industrial se traslada al extranjero. Tracy y Lanthimos utilizan a Teddy y su fantasía desesperada como un retrato trágico de jóvenes que pierden su sentido de propósito.
A esa comodidad de las conspiraciones se suma otra capa de complejidad: cómo las personas crédulas son arrastradas a seguir esas creencias. Esto se ejemplifica en Don, casi infantil en su inocencia y admiración hacia su primo, buscando su aprobación y siguiéndolo en la espiral del violento secuestro. La película muestra así las múltiples capas de estas personas ingenuas, que acaban atrapadas en el algoritmo de internet y se dejan llevar, más que por ideología, por la búsqueda de compañía y amistad.
Bugonia es una deconstrucción de los desplazamientos ideológicos extremistas que atraviesan nuestra sociedad: Michelle, la secuestrada, y Teddy son incapaces de comunicarse porque viven en planos de realidad completamente distintos. Es una historia de ingenio y estrategia, donde Michelle se ve obligada a encontrar la forma de dialogar a través de la lógica enmarañada del mundo de Teddy. El resultado es un brillante juego de ida y vuelta que mantiene al espectador en tensión constante, preguntándose si Michelle empujará demasiado y provocará un estallido de violencia.
Una de las mayores virtudes de Lanthimos es también una de sus mayores debilidades: su tendencia a llevar todo al límite. Este enfoque puede dar lugar a lo extraordinario y revelador, como en La favorita (2018) o Pobres criaturas. Pero en otras ocasiones, su amor por el estilo y el impacto supera su lealtad hacia la narrativa y el tema, provocando rechazo o cansancio en el espectador, como en Canino (2009) o Kinds of Kindness (2024). Bugonia camina sobre esa fina línea y roza lo mejor del riesgo lanthimiano, pero su final —que, siendo justos, sigue el del original coreano— se excede al intentar provocar una broma y desconcertar al público. Deshace el cuidadoso equilibrio que Lanthimos y Tracy habían logrado durante el resto del filme, insertando un giro final solo para sacudir al espectador. Es algo que casi se esperaba del provocador director griego, pero también una oportunidad perdida de contención; eliminar los últimos diez minutos de Bugonia habría dado como resultado una película más sólida y conmovedora.
Las colaboraciones entre Stone y Lanthimos han producido algunos de sus mejores trabajos. Stone ha crecido enormemente como intérprete, aprovechando la libertad y el desafío que el estilo de Lanthimos le ofrece, alcanzando la cumbre de su carrera con Pobres criaturas. En Bugonia, ofrece una interpretación más contenida, aunque igual de intensa. Debe encarnar tanto al sustituto del espectador como a una mujer que piensa rápido y mantiene la calma bajo una máscara de serenidad. El nuevo colaborador del que Lanthimos parece haberse enamorado, sin embargo, es Plemons, con quien ya trabajó en Kinds of Kindness. Plemons es un actor prodigioso que da el 110 % en cualquier papel, sea cameo, secundario o protagonista de una comedia absurda. Su intensidad y compromiso suelen convertirlo en lo mejor de cualquier proyecto. En Bugonia no es diferente: muestra la inseguridad, la ira y la fe ciega de Teddy estallando al mismo tiempo. En algunos momentos parece un niño (literalmente, en ciertos flashbacks), cuando sus dudas lo empequeñecen; y un segundo después, se transforma en un líder de culto violento que provoca auténtico temor.
En definitiva, Bugonia es una compleja deconstrucción, impulsada por dos interpretaciones espectaculares, que se adentra en el mundo contemporáneo plagado de conspiraciones. Pero, como ocurre a menudo con Lanthimos, el director lleva la historia demasiado lejos con un desenlace que parodia y diluye buena parte del trabajo previo. Resta impacto emocional, aunque también reafirma que la audacia y el riesgo del director griego nunca serán contenidos.
7.6/10








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